Una alegoría de la madera
Dispositivo en 4 es la penúltima obra del Ciclo Montevideo Danza 2019. El estreno es el martes 19 de noviembre, contando con dos funciones más el 20 y 21 en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís, todas 20:30 horas.
Una danza de/en construcción.
Un tiempo inicial ruptural que persiste.
Una emancipación cargada de contenido heterogéneo.
La imagen del dispositivo.
El sonido que cruje en sintonía del movimiento. Identidades que se destapan, se descubren en un proceso que entra en escena como "encuentro de la nada".
Relatar un plan con el sonido rutinario frustrante ¿Cómo armar y para qué?
Desplomada forma de latir la pregunta: ¿Qué hacen? ¿con cuánto más puedo llenar un espacio? ¿existe una lógica de objetos en escena? o ¿simplemente todo se materializa?
El andar de pupilas fijas: ¿qué mierda están haciendo con mi atención? Cazadores sublimes y salvajes de un espectador emancipado.
Una variedad de vestuarios similares a aquellos estados ajenos, conocidos de mi propio cuerpo. Pero... ¿con cuánto más se puede llenar el espacio? ¿qué tanto sucede frente de mí? ¿qué es lo que se me está escapando? ¿qué veo yo que no ven otros?
Una alegoría de la madera. La membrana emancipada.
Máscaras, polifones, tornillos, madera, pc, micrófonos, textiles, mesas, taladros, cables, focos, proyectores, madera más madera, cuerpo más cuerpo entre colores tan vivos y muertos nadan en la quietud del caos.
Leer el guión en escena: ¿la danza cobra sentido ahora? ¿y en qué momento sucede todo? Un anacronismo yuxtapuesto a una escena del hambre: comer y ser comidos, dejarnos devorar por otros para volver a llenarse de mí y yo de ellos. ¿Cuál es entonces la temporalidad de las acciones? ¿Qué función cumple cada cuerpo?
¡Estamos en vivo! ¿En qué dispositivo decido quedarme? ¿Por qué? En ciertas asociaciones de un todo y la nada solo pienso en la complejidad de montar algo tan semejante.
Todo es muy antropomórfico: ¿es en serio que se pasa masa por todo el cuerpo? Es asquerosamente maravilloso de ver. Una extrañez de mirar algo tan turbio en la cápsula de una cruz cristiana o ¿es otra de las revelaciones frente a un dios sorete y binario?
Si pudieran los otros espectadores percibir todo el brillo dentro de la jaula, iluminando en el andar de un nylon amasado. Reflectores que imprimen en las paredes dancísticas la realidad humana.
Y de la nada todo se ventila, aquel brillo efímero se esparce en la atmósfera de nuestro espacio caótico: ¿cómo seguir construyendo entre tanto caos?
Por momento quiero ser parte, aunque un espectador emancipado ya lo es. No me gusta pensar en el rol fuera de escena: ¿por qué no entrar si se está siendo parte?
Quiero desnudarme en cualquier dispositivo sin importar mapa que indique la entrada.
No esperen formalidad, escribo en penumbras. Me muevo para ver algo no viendo nada. Y ahora... ¿dónde quieren que esté mi atención? Quiero ser un superhéroe, poseer la potencialidad sobrehumana de poder captar todo lo que sucede en el tiempo de esta obra.
Estos cuerpos saben cómo leudar mi sistema cognitivo que al encenderse, la luz de la sala se imprime notoriamente en mi carne.
¿Esto es un fin?
Todo espectador emancipado debe experimentar esta emblemática pieza escénica, convocada y dirigida por las nuevas generaciones de la danza contemporánea.
Ficha Técnica:
Proponemos:
Agustín Fernández, Andrés Castro, Bruno Brandolino,
Cecilia Lussheimer, Darvin Elisondo, Francisco Coelho,
Juan Miguel Ibarlucea, Julia Somma, Julieta Isabel Malaneschii,
Laura Outeda, María Eugenia Estela y Melisa García Lueches.