Un espectáculo aturdidor de autoreconocimiento

Un espectáculo aturdidor de autoreconocimiento

Crítica de ¨Variaciones de la Carne¨ por Gabriel Sosa.

¿Como exponemos el cuerpo en la vitrina social? Muerte explícita, incertidumbre, exigencia, aturdimiento, miradas resistentes, deseo,  explotación, limite, estado, emoción, vacío y disciplina. Pagar una entrada... la batalla de nuestras propias variaciones. Exhibicionismo de las partes, la carne prohibida compradora ¿Cómo exponer y frente a qué?

Fisicalidades bruscas, crudas, se enfrentan a la mercantilización de su propia corporalidad. El ganado humanitario: una acción canibalista. Consumir y ser consumido. Dispares acuerdos entre artistas y sus espectadores. Aquella mirada tan presente, agobiada y evasiva. Terreno de nadie, un corral macabro, celestial, encerrador del aturdimiento y el reconocimiento propio.

Martín Inthamoussú director y coreógrafo (actualmente a cargo de la dirección general de la Escuela de Formación Artística SODRE) presenta nuevamente su última producción: ¨Variaciones de la Carne¨. Después de cuatro funciones en octubre de 2018, volvió a la Sala Hugo Balzo el pasado 17 de agosto de 2019 en el marco del FIDAE.

Con Gonzalo Decuadro como protagonista, esta obra convoca un público consumidor de bailarines virtuosos, con cuerpos de perfectas diagonales, empeines, técnica a través de una decisión disciplinada puramente fluida. Nace de un encuentro casual entre el equipo de investigación del Instituto de Psicología Social y la Compañía de Inthamoussú. Una investigación por Gonzalo Correa visible en  su proyecto ¨Variaciones de la Carne. Infraestructuras vivas del estado moderno¨. 

Este trabajo super influenciado por pensamientos de Michael Foucault sobre la biopolítica y las conceptualizaciones del biopoder (entre otros autores), poniendo en juego aspectos reflejados al animal VACA. La vaca desde nuestra historia como sujeto cultural, político de construcción identitario de la sociedad moderna uruguaya. 

Abordando reflexivamente sobre el consumo masivo de carne. La vaca como sujeto de poder, la matanza animal, los propios cuerpos como modos de producción. Un ideal super explícito en la estética, la escenografía, el vestuario, la música, las luces, los cuerpos en escena, la palabra que nos transportan a un espacio congelador: un viaje al frigorífico.

Se propone un despliegue sobre el espacio, cuerpos inertes como máquinas amoldados de deseo,  relaciones afectivas políticas, signos, construcciones tormentosas, dogmatismos, racionalidades, carencias. La vida como un conjunto de cuerpos. Una carne que son muchas, mutiladas, limitadas, liberadas, agotadas.

La potencia de la obra se encuentra en la convivencia rica entre distintos campos montados como artes escénicas. Rompe las barreras de la Danza Contemporánea, solapada a otras ramas no vinculadas al mundo del espectáculo. La gran búsqueda propuesta por la actualidad de la Danza: fomentar, desarrollar, vincular y resaltar como entidad cultural, política, social, su interacción con otras ciencias. 

La Compañía de Martín Inthamoussú y el equipo musical de Nicolás Arnicho (directores de sus áreas)  se enfrentan a esta retadora creación escénica. Un labor colectivo entre bailarines, músicos, psicólogos e investigadores.

Con una dramaturgia basada en el texto titulado ¨Variaciones de la Carne: Cuerpo y Movimientos Desaforados¨, escrito por Gonzalo Correa y Lisette Grebert especialmente para la compañía.  Las escenas exponen como narrativa las cuatro variaciones de la carne: Nutrición, Disciplinamiento, Exposición y Consumo, se desarrollan de forma enriquecedora en toda la obra. 

Una experiencia sensorial macabra, el crudo pensamiento sobre la construcción de nuestros cuerpos, la doble moral. El centro atrapado a las butacas, los ojos muy abiertos, más atentos y latentes que animal a punto de ser decapitado. Toda una connotación capitalista entran por los poros de la piel de forma violenta e inconclusa. Cada instante, propone un juego de empatía entre seres vivos explotados de modos distintos pero sangrientamente doctrinarios. La mirada tan presente, el elemento bolsa de alto poder connotativo, imaginario de símbolos mortíferos.

Sensaciones temerosas, fuertes imágenes, una marcha nazi danzada por cuerpos como ganado. Darlo todo, exigir, exigir, exigirnos, despreciar la carne, reconocer la manada, el segundo moribundo de cada célula.

No ponemos en duda el éxito de este proyecto que movilizó a un público exquisito. Más allá de las expectativas heterogéneas de sus espectadores, la acción decisiva  de pagar una entrada garantiza el consumo de los artistas. Indudable capacidad de Inthamoussú en cumplir sus objetivos en todos sus trabajos que apuestan a una Danza Contemporánea técnica donde sus bailarines bailen.

Con un inicio atrapador y una escena final abrumadora muy salada, es imposible no dar espacio a la pregunta, al deseo de más. ¿Qué nos sumerge a esas miradas ? ¿Cuán más llevarán al límite la fisicalidad? ¿Qué más existe de ese estado en los cuerpos? ¿Hay muerte? ¿Queda una variación más?  

Es  tarea del público dar un cierre. Su propia variación.

Ficha técnica:

Intérpretes creadores: Andrea Salazar, Emiliano D'Agostino, Gonzalo Decuadro, Matias Tchomikian, Lucia Rilla y Marta Martínez. Músicos en escena: Diego Asambuya, Camilo Reherman, Diego Palmerola, Manuel Villagran, Alejandro Focco, Nicolás Arnicho Vestuario: Daniela Inthamoussú Asistencia coreográfica: Lucia Rilla Asistente de dirección: Agustina Morel Iluminación: Martin Rodriguez Gráfica: Guille Alberti Foto: Mauro Martella Comunicación y Prensa: Victoria Mosqueira Producción general y management: Natalia Sobrera Asesoría académica: Gonzalo Correa, Lisette Grebert, Germán Pérez, Nicole Funes y Carolina Guidotti. Dramaturgia: Gonzalo Correa y Lisette Grebert Dirección musical: Nicolás Arnicho Coreografía y dirección general: Martín Inthamoussú

 

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