Territorio de nadie

Territorio de nadie

El pasado mes de  octubre los días 29, 30 y 31  en el horario de 20:30 horas, la coreógrafa icono referencial de nuestro país Tamara Cubas estreno "Serie Caníbal". Tres funciones llevadas a cabo en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís en el marco del Ciclo Montevideo Danza 2019

 

Todo comenzó desde el silencio y la mirada fermentada. Aquellos cuerpos en escena que entraron para desnudarse, en un territorio de descolonización entre la pesadez del estar, gemidos, rugidos y agitaciones de cabezas iban entrando en estado cavernícola.

El terrorismo de la potencia, la imagen de un cuerpo americano titulado Canibalia. La fuerza opresora que civilizó nuestras tierras mortificadoras de subconscientes hambrientos. Sorprendidos ante la materialidad de objetos sin sentido en escena. ¿Cómo puede ingresar tanta información al espacio? 

El  hambre de la corporalidad masiva, supervivientes, políticas y deseantes.  Una serie de prácticas en persistencia envuelta, mercantilizadora del deseo, donde aquello conocido y tan ajeno se vuelve producto de una caótica escenografía.

Todo absolutamente todo, se hunde en el territorio. Una vez más, Ranciere tenía razón, aquellos espectadores fueron emancipados a la fuerza y por deseo.

El impulso inconcluso de ser parte, la digestión de fisicalidades e intensidades desconocidas muy heterogéneas. Algunas persisten, otras corren hacia las butacas, asustadas, abrumadas en territorio de pánico. ¿Sería eso el hambre?  ¿Entre el ser y el estar? ¿Cómo volver a tener apetito? ¿Es exactamente un mecanismo preciso de digestión para volver a tomar riesgos?  

La incertidumbre de la puesta en escena desarrolla su potencia frente a la audiencia. Solo hay búsqueda de comprender cómo deshacerme de todas esas lógicas nefastas de colonización. ¿Por qué sigue teniendo tanto impacto varios cuerpos desnudos? ¿Cómo pueden los espectadores contemporáneos seguir erizados por la vista de un pezos y un pene peludo? Tal vez, sin esa antigua américa gobernada adoptada por extranjeros, no sería  ésta una fenomenología del hambre. 

La atención está en los performers pero el devenir de los acontecimientos dramatúrgicos engranan un público a una deriva vibradora de sensaciones, de un trabajo de residuo. "Es como volver a ser un salvaje pero colonizado". Ser parte explícita de la supervivencia. Un aparecer virtual de la capitalización de los cuerpos. La anatomía tan expuesta, desfigurada, donde todo es terreno de nadie y de todos. ¿Cómo limpiar un cuerpo o disponibilizar para comer y ser comido? 

La persistencia de una performatividad forastera. Nada fácil habitar una fragilidad en constante movimiento. Una vez más, el devenir de la potencia. Todo esto me trae a Deleuze. Cuerpo sin órganos: ¿Ser  caníbal? ¿Es ser cuerpo sin órganos?

"El inconsciente es todo lo que callamos, es el cuerpo sin órganos hablando. El devenir es ignorado, censurado, tapado por significancias y subjetivaciònes, interpretaciònes, mandatos, estratos. Han puesto formas a nuestros límites, handichocòmoydondemoverse, todo está explicado, el esquema corporal es tan abstracto como el concepto de Dios. ¿Porque la verticalidad? ¿hacia donde la mirada? Rechazo al excremento. Partes íntimas. Los sonidos solo para las palabras, los pensamientos solo por la razòn. Lo ùtil, organismos"

  (Deleuze 1981) 

No se trataba de entender todo.  El permitir la confusión, la extrañeza, era parte también de este territorio propuesto por Tamara Cubas. 

Hambre, no entender, no querer, querer, desear, desechar, volver a desear, ser deseado, ser  querido, ser carne despojada, rechazada. La complejidad del hambre. Persistir el despojo, era una perspectiva micropolítica, un suelo desconfiable, una           construcción de identidad en masa. Todo aquello que iba inhibiendo en los cuerpos, en el espacio, eran decisiones políticas como el habitar un escenario. 

La extrañeza parecía una metáfora de los rituales antropofágicos: pasan distintas cosas  aunque no sean pautas de la secta. Avanzar desechando, digerir, digerir siendo parte de una  ceremonia caníbal.  ¿Cual es la negociación entre performers y espectadores en un mismo territorio?

Las relaciones de poder, los roles de una obra  impuestas en el citoplasma. Una autoridad sin autonomía. En esta atmósfera colapsada de información externa-interna ?¿cómo nos sostenemos en esa  superficie?? Una ebullición del material que había dentro de esa cápsula sobrenatural. ¿Cual es la relación de poseer?  

Era necesario asociar el deseo con el consumo, aunque todo implique formular otras formas de desear. Desear estar en escena, desear desnudarme, el deseo de marcar el territorio con un cuerpo liberado de todo sistema opresor y binario, mercantilizado y explotado. 

Un ir y venir a la necesidad como uso y descarto. La secuela en todo momento. Era una traición intencionada, un sobrevivir que ameritaba disponibilizarse a ser devorado. Nada de esto era algo pasivo, todo es construcción de estrategias. Poco a poco abortamos el instinto animal, el salvajismo. Seres más autónomos, desde ese  lugar de lucha, de poder, de multitud. El despertar cuerpos entre cuerpos, entre energías   distintas en necesidad comunitaria. 

¿Qué cuerpo somos? ¿éramos más o menos cuerpos? Es carne que no vimos antes, un lugar interesante alineado a lo político, al territorio. No hay motivación, ni ejes, ni direcciones. Estaba perdido en el medio del caos frente al  encuentro de la realidad sobre aquellas corporalidades que parecían sorprenderse por todo. Un mundo otro por venir.

Escuchar, observar, resistir, abandonar todo ante una atemporalidad ajena. Una desestabilizadora necesidad que enriquecia la supervivencia de una realidad social. Aquella grieta donde la traducción parecía imposible, siendo la búsqueda el extrañamiento, el no entendimiento. Creímos entenderlo todo nos hundimos en el error. Nunca entendimos nada del  terreno corporeo, de tierras americanas, ni de la danza, ni del origen del individuo.

Una práctica escénica que pone en discusión la capitalización social de/en cuerpos demenciales con un fuerte lazo referencial de Suely Rolnik. La presencia en escena de los artistas: Vera Garat, Santiago Turenne, Rodolfo Opazo, Alina Folini y Bruno Brandolino y un acercamiento teórico-textual redactado por Carolina Silveira Serie Caníbal convoca a re-pensarse entre cuerpos desaforados en  territorio de nadie.

"Comprender esta ruptura operada en el seno mismo del tiempo equivalía a desarrollar las implicaciones de una similitud y de una igualdad, en lugar de asegurarse el dominio en la tarea interminable de reducir la brecha irreductible. También esos dos trabajadores eran intelectuales, como lo es cualquier otro. Eran visitantes y espectadores, como el investigador que, un siglo y medio más tarde, leía sus cartas en una biblioteca, como los visitantes de la teoría marxista o los que distribuyen octavillas en las puertas de las fábricas. No había que salvar ninguna brecha entre intelectuales y obreros, como tampoco entre actores y espectadores".

Jacques Ranciere.

Ficha Técnica:

Dirección: Tamara Cubas.

En escena: Vera Garat, Santiago Turenne, Rodolfo Opazo, Alina Folini y Bruno Brandolino

Produccion: Perro Rabioso.

Coproducción: Campo Abierto.

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