Piel de barro
Crítica de "Cão sem plumas" de Deborah Colker por Gabriel Sosa. El Festival Internacional de Artes Escénicas (FIDAE) trae al Uruguay a la coreógrafa Deborah Colker y su compañia. Una de las artistas más trascendentes y espectaculares de la Danza a nivel mundial.
Piel de barro "Cão sem plumas" se presentó los días 13, 14 y 15 de agosto en la Sala Eduardo Fabini / Auditorio Nacional del SODRE. Visto por ciento de personas en la espera de otro mega-espectáculo de Colker. El terreno Brasileño toma dimensión dentro de Montevideo.
Una política historia real narrada sobre catorce bailarines en escena. Cuerpos embarrados en una técnica virtuosa que da libertad, se desplazan por el cálido espacio con una fluidez, expresión y propósito movilizador. Nadan sobre un hibrido rio devastado, junto a la compañía de efectos luminosos, sonidos que arrastran el espíritu de Brasil y elementos en escena tan acrobáticos, híbridos y reales, causando un sin fin de emociones a los espectadores.
Desde las butacas se podía sentir la emoción producida al visualizar semejante espectáculo. Imagenes desgarradoras sobre la una realidad cruda de la Recife, mortalidad infantil, esperanza de vida, destrucción ambiental, entre otros temas desbordan de sensaciones a su público tras una metafórica narración danzada de un poema de João Cabral de Melo Neto. La danza interactuando con las palabras, otros formatos de lenguaje.
El nivel de producción de este trabajo es casi que incomparable, posiblemente sea una de las mejores cosas vistas en danza de nuestro país, que no solo genera una satisfacción crítica del mismo, es mucho más que eso, penetra cada sentido del cuerpo con una empatía social hacia países hermanos, siendo esta también nuestra realidad a nivel mundial-humanitario.
No existe lugar donde mirar, todo te atrapa. Esos cuerpos proyectados de injusticia política te dejan en estado de shock. Solo puedo recordar los aplausos del final, la energía persistente ante tremendo acontecimiento artístico. Emocionante de verdad.
También ¨Piel de Barro¨¨ trae una problemática que se discute en la Danza Contemporánea sobre la técnica. Coreografías hechas de una estética minimalista perfecta, eran una especie de mandas de avatar, provenientes de otro mundo: un hombre bicho. Tan bicho y tan hombre que estremece a cualquiera.
La presencia de la mirada, el sufrimiento palpitante, las pupilas se dilatan tanto sobre esas imágenes que dan la seguridad de estallar. Una performance masiva naufraga batallando y exponiendo una realidad. Un golpe fuerte, más fuerte que el estado físico sostenido de estos bailarines.
Hundidos en el lodo. Maldito barro, una capa del cuerpo más, que ensucia, tapa, asesina. ¿Cuánto más puede representar un cuerpo? El trabajo de Colker en esta obra es admirado desde el primer apagón. Las luces se apagan, eso ya emociona.
Una desigualdad social explícita en ocho escenas tituladas: Aluvión, Río Ribereño, Cangrejo, La Plantación de la caña de azúcar, Río Perro, Manglar, Garzas y Ciudad. Escenas impactantes llenas de cuerpos, videos, telas, y efectos deslumbrantes.
El nivel coreográfico de este espectáculo es indudablemente algo de otro mundo que cachetea versos punzantes.
Un trabajo mezclado, fusilador que denota la verdad sobre la destrucción de la vida. Se propone hacer ver a cualquier ciego, una apertura contra la ignorancia carnal. Una vez más Deborah Colker sorprende a todo su público. Una invitación clara hacia la esclavitud invisible, la entrada a limpiar aquellos pedazos de tierra transformados en barro humano, destructor, inconsciente, egoísta.