El reloj corre, tiempo de ser niño
Escrita por Santiago Echande
A veces creemos que educar es decir como deberíamos ser, pero ser no da lugar al deber, o no debería haber un debería ser. Dios y Diablo son fantasmas del adulto. El mal y el bien ya son palabras obsoletas ante tanta tergiversación.
Gabriela y Esteban son una pareja que se muda a una nueva casa junto con su hija Martina de ocho años. Ante una discusión sobre cuál es el mejor lugar para educar a su hija, eligen enviarla a un colegio especial. Contratan a una niñera, Carolina, una mujer sensible que mantiene contacto con el frágil y feliz mundo de la niñez. Martina se hace amiga de Julián, un niño que comienza a frecuentar el hogar de la familia, hasta que un día, una serie de sucesos en torno al juego de estos niños sumado a la noticia de que Julián no viene de una familia funcional, sino que está bajo la custodia de un hogar, genera conflicto entre Esteban y Gabriela. La situación complejiza cada vez más ese sencillo mundo del que se empiezan a alejar.
Gabriela grita de impotencia, harta de no entender que sucede y por qué, Esteban intenta no hacer daño y, evitando el conflicto con su esposa, abandona poco a poco sin darse cuenta, lo que lo une a su hija. Carolina es la gran mediadora entre el mundo adulto y el infantil, comprendiendo ambos lugares pero siempre protegiendo a los niños.
Giuliana Cavallaro explota al máximo una Gabriela autoritaria, ferviente defensora de sus creencias, una madre que ruge a todo el que atente contra su familia. Emiliana Silva interpreta con honestidad y dulzura a una Carolina sensible y tierna que oxigena un drama por momentos asfixiante. Carolina encuentra un receptor en Esteban, quien entre dudas y miedos intenta ser fiel a su intuición como padre, Andrés Perdomo se deja atravesar por Esteban y evoluciona ante las distintas situaciones que le exigen un recorrido difícil entre los cuidados de su hija, su pareja y el mundo que los rodea.
Un teatro austero que apela a la verdad del actor y a la construcción de los vínculos. Donde se elige con sobriedad y funcionalidad artística los elementos necesarios para contarnos esta historia. Uno de los valores de esta obra lo encontramos en el trabajo actoral, el riesgo es su fortaleza, la entrega de cuerpo y emoción, la desnudez y la honestidad. A la misma vez estamos frente a un teatro que busca y encuentra su propia poética. La circularidad de la puesta en escena, ese recorrido de los protagonistas que parecen estar encerrados en un círculo que ellos mismos trazan, como agujas de un reloj que se acelera; los monólogos que rompen con la linealidad de la historia y toman forma de confesiones.
Si bien es una obra puramente realista, despega hacia lugares más poéticos y con tintes performáticos; como lo son los momentos de transición, formados a pura acción y complementados con una música alternativa y potente que suma a la imagen; las extendidas ausencias de palabra; la simultaneidad de acción en las contraescenas; los distintos momentos en que la puesta sorprende al público y lo empuja fuera de su pasividad.
"El niño que no sabía jugar", escrita y dirigida por Sebastián Barrios (Segunda mención en el concurso literario Juan Carlos Onetti 2017), es una obra que nos pregunta si no estaremos transfiriendo los prejuicios del mundo adulto al de los niños y a sus juegos, y que muestra un padre más sensible que decide tomar un camino algo distinto al convencional, desea permitirle a su hija ser y jugar, como ella sienta y quiera. Este texto tiene sentido de responsabilidad social, porque hasta una familia es una sociedad, una pequeña tal vez, pero no por eso menos importante. Es en nuestro hogar donde empezamos a tejer los primeros vínculos y los más influyentes en nuestras vidas, educar debería ser también un ejercicio de empatía. El juego, muchas veces, no es más que eso, un juego, como dice Carolina: "¿Si vistieras a tu hija de la Mujer Maravilla, se convertiría en ella?".
Este espectáculo nació por la iniciativa de los protagonistas, egresados de la Escuela Maldonado de Arte Escénico (EMAE) dependiente de la Dirección de Cultura de Maldonado, quienes presentaron un proyecto en el Espacio de Investigación de la misma escuela para trabajar con Sebastián Barrios, con Vilma García como preparadora física y la invitación a Pilar Marino en la asistencia de dirección. Estrenaron el 6 de Setiembre en el Centro Cultural Kavlin (el cual tuvo su primer espectáculo teatral), y recorrieron distintos espacios con distintos públicos, como lo fueron el Centro Cultural Maldonado Nuevo; la Casa de la cultura de Maldonado y la Casa de la Cultura de Piriápolis, teniendo un promedio de más de 100 espectadores por función.
Próxima función: Jueves 17 de Octubre a las 18 Hs, en la Casa de la Cultura de Maldonado, dentro del marco "Teatro de acá", donde también se presentarán "Nacer y vivir como una mosca" a las 19.30 Hs y "Tarascones" a las 20.30 Hs. Este ciclo muestra algunas de las propuestas teatrales creadas en el Espacio de Investigación de EMAE 2019.