Cultura y arte: configuraciones conmovidas

A mi generación se le enseñó que cultura era toda obra humana que transformara la naturaleza. Como señala García Canclini1 este concepto fue fundamental para dejar atrás los enfoques etnocénticos y dar lugar al relativismo cultural, premisa para el trayecto hacia la noción contemporánea de la cultura como fenómeno dinámico y multifacético, incorporando la noción de validez cultural independientemente de valores y prejuicios de distintas construcciones sociales existentes en el pasado o el presente. Esta mirada -señala dicho autor- neutralizaba los juicios de valor a partir de relaciones de dominio que ponían una civilización por encima de otras. Sin embargo, per sé no habría sido suficiente para una democratización real de los conceptos de arte y cultura.

 

 

Sin la incorporación de esa mirada no se hubiera transitado hacia un concepto de cultura y arte que pudiera corresponder a la dimensión actual de los derechos humanos, que incluye el derecho universal de acceso a los bienes culturales y científicos, así como al goce de sus productos y beneficios, tanto como el derecho de cualquier individuo a la protección de sus intereses en calidad de productor de esos bienes. 

En la búsqueda de la construcción del concepto de cultura, García Canclini hace referencia a un enfoque que la presenta como "una instancia simbólica de la producción y reproduccón de la sociedad". Dicha mirada tiene que ver con nuevos paradigmas sociocríticos que pugnan por la deconstrucción permanente de los fenómenos sociales y el desarrollo de la capacidad de mirar desde la perspectiva de un otro 3, en el entendido que el sujeto se construye en relación con el mundo exterior y con sus pares, el sujeto es una construcción temporal y situada, es decir heredero de una tradición pero paralelamente constructor de su propia identidad. Como afirma Jaime Torres en el programa Detrás de todo encuentro: la cultura4: "Uno es continuador de alguna otra cosa, seguramente". 

Esta frase que parece muy obvia, recoge el sutil dilema de la autenticidad del arte basada como legítima expresión creativa de un individuo que se erige en su libertad de ser y de hacer. Quizá sería lícito distinguir entre obra de arte y expresión artística. Toda expresión artística sería válida en tanto ejercicio de la libertad creativa y comunicativa de un individuo, pero el dilema es si esto habilita a toda producción derivada de dicho ejercicio a ser considerada obra de arte. Quizá sería oportuno poner a jugar en este punto la diferencia entre criterio y opinión, involucrando conceptos filosóficos que tienen que ver con el concepto de episteme (conocimiento justificado como verdad) y de doxa (conocimiento común o mera opinión)5. 

El arte como disfrute y forma de comunicación puede ser juzgado desde la opinión, sin embargo podemos afirmar, sin desmedro de la validez de toda opinión, que el arte como una forma de acceder al conocimiento debe ser sustentada por el estudio y la dedicación. Como dice Torres, un creador tiene derecho a ser "oído" y respetado en su acto de comunicación, pero jamás puede desconocer que es continuador de alguna cosa, algo que ha sido parte de la construcción de su subjetividad. El conocimiento de ese algo no sólo sería un acto de responsabilidad en la búsqueda de su propio lenguaje, sino que seguramente enriquecerá su potencialidad creativa en tanto dominio de ese algo que ha recibido. Por este motivo es que podemos considerar que el arte es también una forma de conocimiento, en tanto portadora de los valores simbólicos de una sociedad y los individuos que a ella pertenecen 

Estas reflexiones se han visto nutridas también por el planteo que realiza Ramón Gener sobre qué es arte y qué no es arte6. En su exposición va realizando un pensamiento espiralado donde todos los preconceptos del arte van siendo relativizados en tanto no puede hacerse una definición última y definitiva. El arte es belleza, sí. Qué tipo de belleza: aquella vinculada al concepto de agradable o aquella vinculada al concepto de virtuosismo, o aquella vinculada a la sensibilidad instituida... quizá la respuesta ha ido recayendo con distinto peso en todas estas variables según las épocas, pero de lo que no cabe duda es de que si algo es arte siempre perdurará porque la receta es conmocionar. "El arte es emoción, el arte es sensación", comienza afirmando Gener, y continúa desafiando todos estos recorridos conceptuales que llevan del arte figurativo, agradable y tonal al arte abstracto, rupturista y atonal. Lo cierto es que "algunos logran comunicar y otros no". 

En tal sentido me gustaría incluir el arte en el concepto de oficio, ya que es un saber hacer, donde no puede haber una partición entre los saberes recibidos y la puesta en práctica única e irrepetible de esos saberes resignificados. Como conclusión, la construcción de sentido con un lenguaje propio lo es todo, porque de nada sirve la técnica ni la reproducción si no logra conmover. Pero, asimismo, la conmoción del arte debe trascender el mero hecho de la sorpresa para ser portadora de una transformación en un otro que el propio emisor. 

5 PLATÓN. "La República". Diálogos IV. Biblioteca Clásicos Gredos 094 6 https://www.youtube.com/watch?v=I74Dydk7MwE 7 AGAMBEN, Giorgo. "opus dei. Arqueología del oficio". Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2012

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